“Buscar la gloria para uno mismo es robarle la gloria a Dios,” dice Forrest, 10.
Hemos nacido ladrones. Si lo dudas, mira a los bebés en medio de una rabieta. Todos queremos ser el centro de atención.
Cuando veas a ese ladrón en tí mismo o cuando otros te roben tu gloria, piensa en la hierba y las flores.
“Todo mortal es como la hierba, y toda su gloria como la flor del campo; la hierba se seca y la flor se cae, pero la palabra del Señor permanece para siempre” (1 Pedro 1:24-25).
La riqueza, el poder, la fama, el talento, la belleza que tenemos hoy ser ira el dia de mañana. Dios quiere entrenarnos como extranjeros en este mundo que caminan hacia un hogar donde la gloria radiante del Señor Jesús es tan brillante que reemplaza a la luz del sol (Apocalipsis 22:5). ¿Te imaginas querer alumbrarte con una linterna en medio de este tipo de gloria radiante? La linterna se vuelve totalmente irrelevante.
Cuando los cristianos comenzamos a hacer cosas para la gloria a Dios, la gloria que nos ofrece este mundo se vuelve tan irrelevante como una linterna en la Nueva Jerusalén. Nuestro enfoque en la gloria temporal es como un niño que juega con un cajón de arena que llora porque sus padres quieren llevarlo de vacaciones a la playa. Si sólo pudiera entender lo grade que es lo que le espera, seguro no estaría tan interesado en el cajón de arena.
Como dijo el famoso escritor C.S. Lewis, nuestro problema es que nuestras pasiones son demasiado pequeñas. Dios quiere llevarnos a un lugar mucho más grande.
La gente que busca elogios de otros antes de buscar la gloria del Dios “quiere ser famoso en la tierra en lugar del cielo”, dice Caelan, de 9.
Jesús habló mucho acerca de recompensas. La vida eterna no es una recompensa, sino un don que debe ser recibido solamente por la fe en Cristo y su pago por nuestros pecados en la cruz (Romanos 6:23). Sin embargo, el Señor Jesús va a recompensar generosamente a quienes buscan su gloria en esta vida.
Jesús dijo que cuando haces cosas buenas, lo hagas ante una audiencia de uno: “Mirad que no hagas nuestras obras delante de los hombres, para ser vistos de ellos. De lo contrario no tiene ninguna recompensa de nuestro Padre que está en los cielos,” (Mateo 6:1).
Vivimos en una época de medios sociales donde todo el mundo tiene la capacidad de transmitir y comunicar todo lo que hace. Si deseas que el Señor nos recompense por hacer el bien, hay momentos en los que debemos actuar como un agente secreto sin decirle a nadie nuestra buena acción. Dios conoce tu corazón y sacrificios para ayudar a otros. Si puedes resistir la tentación de decir a otros tu buena acción, Dios te recompensará.
Si se te hace difícil contener la tentación de decirle a alguien, intenta recordar estos versículos que hablan sobre tu mano izquierda: “Pero cuando haces una obra de beneficencia, no dejes que tu mano izquierda sepa lo que su mano derecha está haciendo para que tu obra de beneficencia pueda ser en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará abiertamente en público” (Mateo 6:3-4).
Otro ejercicio espiritual es imaginarte que entras en una máquina del tiempo en la que puedes viajar 200 años al futuro. ¿Se recordará entonces alguien de tus buenas obras?
Medita: Dios sabe la motivación de todo lo que haces.
Memoriza: Mateo 6:1
Hazte esta pregunta: ¿Vives para tu gloria o para la gloria de Dios?
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Las citas bíblicas son de la Nueva Versión King James, a menos que se indique lo contrario.
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