La Biblia dice que ningún hombre puede ver a Dios y vivir (Éxodo 33:20). Sin embargo, Jesús dijo que cualquiera que lo haya visto a él, ha visto a Dios el Padre (Juan 14:9).
¿Cómo es eso entonces?
“Cuando Felipe pidió ver a Dios Padre, Jesús respondió que había estado viendo al Padre todo el tiempo”, relata Anais, de 11 años. “Tenemos que creer que Dios puede abrir nuestros ojos para ver los secretos maravillosos de Dios”.
En nuestro mundo moderno, es difícil para nosotros aceptar misterios que están más allá del alcance de los métodos científicos. Debido a que no podemos poner a Dios bajo un microscopio o verlo a través de un telescopio, dependemos de la revelación de Dios en la Biblia. Ciertamente no hay mayor misterio que la unión de Dios Hijo, Dios Padre y Dios Espíritu Santo.
Veamos si podemos profundizar un poco más al echar un vistazo al misterio mas grande de todos los misterios. La mayoría de la gente piensa en globos oculares cuando habla de ver a Dios, pero Jesús equiparó ver con saber. Vemos a Dios con nuestro corazón, no con nuestros ojos. Dios es Espíritu (Juan 4:24).
Cuando Felipe le pidió a Jesús que mostrara al Padre a sus discípulos, Jesús dijo: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; Entonces, ¿cómo puedes decir: ‘Muéstranos al Padre’?”, Juan 14:9.
Bueno, ¿qué pasa con las personas que vieron a Jesús hacer milagros? ¿No vieron a Dios con sus ojos?
Como completamente Dios y completamente hombre en una sola persona, Jesús es la única persona del universo. Cuando sanó a los enfermos, la gente vio esos milagros con sus ojos, pero algunos fallaron en hacer una conexión de corazón o conocimiento. !Dijeron que Jesús sanó por el poder de Satanás! (Mateo 12:24).
Ver algo con tus ojos no significa que lo comprendas. Existe el ver con los ojos y existe el ver o comprender con el corazón (la intención). Todos hemos tenido momentos en los que parecía que se nos encendía una bombilla en la cabeza. Es ese maravilloso momento de comprensión donde todas las piezas se unen. Como criaturas finitas que intentan comprender a un Dios infinito, dependemos de él para muchos casos de visión o iluminación.
Emma, de 12 años, escribe: “En Juan 14:11, dice: ‘Créanme que estoy en el Padre y el Padre en mí, o de lo contrario créanme por las obras mismas’. La Palabra de Dios está diciéndonos que ni aún Felipe sabía que Jesús y el Padre son uno.”
Incluso los discípulos de Jesús no comprendieron completamente su unidad con su Padre y su misión de sacrificarse por nuestros pecados. En numerosas ocasiones Jesús les dijo que tenía que morir, pero no lo entendieron hasta que Jesús resucitó de entre los muertos.
El contraste más sorprendente ocurre en Mateo 16. Después de que el apóstol Pedro le dijo a Jesús: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, Jesús le dijo que su Padre le había revelado esto y que su iglesia sería edificada sobre esta revelación (Mateo 16:15-18).
Sin embargo, aún después de que Pedro recibiera esa asombrosa revelación afirmada por el mismo Jesús, él trata de disuadir a Jesús de que fuera a Jerusalén a morir. Jesús le dijo a Pedro: “¡Aléjate de mí, Satanás!”, Mateo 16:23.
Medita: Dios quiere que lo conozcas.
Memoriza: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, Mateo 16:16b.
Pregúntate: ¿Has permitido que Dios te revele que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente?
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