“Creo que Jesús quería montar en burro para no lastimarse los pies”, dice Mary Jane, de 7 años. “Le acababan de lavar los pies con un perfume caro”.
María de Betania había ungido los pies de Jesús con aceite caro y había usado su cabello como toalla para limpiarle los pies. El texto bíblico nos dice que este aceite valía 300 denarios. Eso equivale aproximadamente a un año de trabajo (Juan 12:3-5). Es posible que Jesús no quisiera ensuciarse los pies perfumados, pero creo que hay una razón más profunda para el paseo en burro.
“Jesús montó un burro para demostrar que era humilde y quería algo simple. Mucha gente recordaba sus milagros, entonces le pusieron sus mantos y ramas de palmera en honor a él y le gritaron ‘¡Hosanna!’”, indica Sofía, de 8 años.
Si Jesús hubiera montado un caballo blanco en Jerusalén, los fanáticos judíos que querían derrocar a Roma se habrían vuelto locos. Habrían visto a Jesús como el general conquistador listo para comandar los ejércitos de Israel. En cambio, Jesús vino montado en un burro humilde. No hay nada amenazante en relación a un burro joven.
Más de 500 años antes de esto, el profeta Zacarías predijo este evento: “¡Pueblo de Zion, regocíjate! ¡Pueblo de Jerusalén, grita de alegría! ¡Mira, tu rey viene hacia ti! Es el buen rey que ganó la victoria, pero es humilde. Está montado en un burro, en un burro nacido de un animal de trabajo”,Zacarías 9:9.
Aunque fue profetizado, este evento va en contra de todo los que anhelamos en un Mesías. Queremos al héroe conquistador montado en un caballo blanco. No queremos humildad. Queremos ver un poder real en nuestros líderes.
Jesús es el salvador camuflado. Unos días después de montar un burro humilde en Jerusalén, Jesús murió en una cruz entre dos criminales. Jesús parece un perdedor. Incluso los propios discípulos de Jesús pensaron que todo estaba perdido. Todo cambió cuando dos de ellos se asomaron a una tumba vacía en la mañana de Pascua. ¡La resurrección de Jesús convirtió la aparente derrota en una victoria total!
Cuando se nos da la opción de montar un burro o un caballo blanco, la mayoría de nosotros elegiremos el caballo. Corremos hacia cualquier cosa que prometa un mayor prestigio. Queremos el reconocimiento que se obtiene al montar el caballo blanco o conducir el Mercedes Benz descapotable rojo.
Cuando Jesús ofrece la vida eterna como un regalo gratuito que compró al llevar nuestros pecados en la cruz, muchos se niegan porque quieren ganar su salvación. Es demasiado humillante creer simplemente en Jesús como Salvador. Queremos darle algo a Dios. Imaginamos que podemos hacer algo que ponga a Dios en deuda con nosotros. Queremos control.
La religión ofrece muchos caballos blancos para montar. Jesús vino a destruir la religión o la idea de que podemos hacer algo para ganarnos el favor de Dios. Fueron los líderes religiosos los que gritaron “Crucifícalo” cuando el gobernador romano Poncio Pilato preguntó a la multitud qué hacer con Jesús.
Medita: El autor Tullian Tchividjian dijo una vez que si quieres enfadar a la gente dile lo qué debe hacer. Si quieres que la gente se enoje mucho, dile que no hay nada que pueda hacer.
Memoriza: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”, Juan 3:16.
Pregúntate: ¿Estás tratando de ganar el regalo de salvación de Dios? ¿O has confiado en Jesús y en su sacrificio por tus pecados y la resurrección de entre los muertos como tu única esperanza de vida eterna?
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