“Lázaro murió y era compañero de Jesús”, dice Samuel, de 5 años.
No solemos pensar en Jesús como si tuviera amigos, pero los tenía. En la historia de Juan 11, María estaba llorando cuando se encuentra con Jesús para decirle que él podría haber evitado que su hermano muriera. En respuesta: “Jesús lloró”, Juan 11:35. Ese es el versículo más corto de la Biblia.
“Dado que Jesús era humano, tenía sentimientos humanos”, asegura Savannah, de 11. “Jesús lloró cuando murió Lázaro. Jesús puede llorar con nosotros.
“Cuando tenemos problemas, Jesús no nos guía alrededor de los problemas. Jesús los pasa con nosotros. Jesús puede llorar con nosotros o puede llorar cuando pecamos. Jesús nos ama pase lo que pase”.
Sí, ¡Jesús nos ama sin importar qué! En un mundo donde el amor reciprocado es la norma, el amor de Dios incondicional sin tener que ser reciprocado parece contradictorio.
Mucha gente piensa en Jesús de la misma manera que piensa en el karma. Si le obedecemos, nos ama. Si desobedecemos, él no nos ama. Lo que va, vuelve, ¿no? ¡INCORRECTO!
Lo que circula es nuestro pecado y rebelión contra Dios. Lo que llega no es la muerte y la separación de Dios que merecemos. En vez, lo que viene es la gracia de Dios al ofrecernos lo que no merecemos ni ganamos: la vida eterna por la fe únicamente en Cristo.
“Gracia y paz” es la forma en que el apóstol Pablo comienza casi todas sus epístolas del Nuevo Testamento. “La gracia es la raíz de nuestra salvación y la paz es el fruto”, dijo el autor Tullian Tchvidjian. Cuando los cristianos caminan en el amor gratuito y sin condiciones que los trajo a la familia de Dios, disfrutan de la paz de Dios. Dejan de mirar a la gente en busca de afirmación de lo que valen.
En lugar de la autoestima, es la estima de Dios. Lo que Dios piensa de ti es mucho más importante que las opiniones cambiantes de la gente. Todos los cristianos poseen una justicia que no les pertenece, la justicia de Cristo (2nda Corintios 5:21).
Cuando los cristianos reciben su valor de Dios, son libres de dárselo a otros sin esperar nada a cambio. Aunque todos los cristianos están eternamente seguros al ser hijos de Dios, no logran experimentar la paz de Dios cuando vuelven a tratar de ganarse el amor de Dios. Jesús llora cuando tratamos de ganar lo que nos da gratuitamente.
“Jesús estaba triste porque en Romanos 12:15, dice: ‘Alégrate con los que se alegran y llora con los que lloran”, establece Almea, de 11. “Jesús lloraba con María porque lloraba con los que lloran”.
¡Gracias a Dios que tenemos un salvador compasivo! Hablando del Cristo ascendido que está en su trono celestial y orando por su pueblo, la Biblia nos dice: “Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado”, Hebreos 4:15.
Jesús se identifica con nuestro sufrimiento. Sufrió más que nadie. El profeta Isaías predijo que el Mesías sería un “varón de dolores” que “cargó con nuestros dolores” (Isaías 53:3-4). No tenemos un Dios desapasionado que no puede comprender nuestro sufrimiento.
Aunque Jesús sabía que resucitaría a Lázaro de entre los muertos, lloró con María. Entró en su dolor por la muerte de su hermano.
Medita: Jesús conoce nuestros dolores porque los cargó durante su ministerio y especialmente en la cruz.
Memoriza: Hebreos 4:15.
Pregúntate: ¿Te regocijas con aquellos que han experimentado la libertad del amor incondicional absoluto de Dios? ¿Lloras por aquellos que todavía están tratando de ganarse el favor de Dios con sus propios esfuerzos?
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