“Podemos aprender que el don de la salvación está disponible a todos”, asegura Elizabeth, de 12 años de edad. “Aunque la mujer era samaritana, Jesús le dijo que si ella lo hubiera pedido le hubiera dado el Espíritu Santo, conocido como agua viva.
“También podemos aprender que, si nos deleitamos en Dios y en sus caminos, nunca estaremos descontentos ni sedientos”. Jesús nos dará todo lo que necesitamos física, espiritual y mentalmente”.
¿Qué puedo agregar a lo que Elizabeth explica? Ojalá hubiera sabido a los 12 años que la única manera de encontrar la verdadera satisfacción es en una relación con Jesucristo. Durante demasiado tiempo estuve buscando que mi sed se saciara por cosas y actividades que sólo me dejaban más sediento.
“¿No sería genial si pudiéramos beber agua y nunca más tener sed?” pregunta Jesse de 11 años. ¡Sí, pero de una manera diferente! Jesús nos llenará de salvación si le pedimos “.
Demasiados cristianos piensan en la salvación sólo en términos de liberarse del castigo eterno del pecado. No hay duda de que tener la seguridad de pasar a la eternidad con Jesús debería generar una vida de emoción. Sin embargo, Jesús quiere librar a los cristianos del poder presente del pecado también. Él quiere que todo su pueblo experimente la vida abundante que él ofrece.
“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”, Juan 10:10b.
Cuando estás constantemente bebiendo del agua de la vida, estas refrescado. Estás libre de lo que la gente piensa de tí porque estás haciendo el trabajo del Señor. Cuando Dios está en control de tu vida, incluso lo aparentemente mundano puede convertirse en una gran aventura. El Buen Pastor nos conducirá por senderos de justicia, que normalmente serían el camino menos recorrido.
“Aprendemos acerca de la bondad de Jesús”, dice Jesse de 11. “En aquellos días, los hombres no hablaban con las mujeres como si significaran algo. Ella era mujer y samaritana, y los judíos no hablaban tampoco con samaritanos.
El género y los prejuicios raciales mantienen a la gente separada. La mujer samaritana a la que Jesús le ofreció agua viva vivía con un hombre fuera del matrimonio y había sido casada cinco veces. Esta mujer era una segregada social incluso entre su propia gente. Probablemente por eso vino a sacar agua del pozo durante la parte más calurosa del día, para estar sola.
En la mujer samaritana, Jesús vio a una mujer que necesitaba vida, como todos nosotros. Jesús no la vio a través del prejuicio de la cultura judía. Tenemos que eliminar el prejuicio contra cualquier cultura y ver a quienesson distintos a nosotros como personas amadas por Dios.
Una vez entrevisté a un hombre que tenía tanto odio racial que bombardeó sinagogas judías. Era miembro del Ku Klux Klan. En la cárcel, comenzó a leer el Nuevo Testamento. Entonces, la luz se encendió. Confió en el Señor Jesús como su salvador y experimentó el alivio de saber que sus pecados fueron perdonados. Luego se convirtió en co-pastor de una iglesia interracial.
Piensa: Jesús es el agua de la vida que puede saciar la sed en tu alma.
Memoriza: “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su corazón correrán ríos de agua viva”, Juan 7:38.
Pregúntate: ¿Conoces a personas que socialmente discriminadas que necesitan el agua de la vida?
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