Entre un grupo de ciudadanos de la tercera edad quejándose de dolencias, uno dijo que su brazo estaba tan débil que apenas podía sostener una taza de café. Otro dijo que sus cataratas eran tan malas que apenas podía ver su café. Un tercero dijo que su artritis no le permitiría voltear el cuello, pero agregó: “Bueno, no todo es malo. Deberíamos estar agradecidos de que aún podemos conducir”.
“Creo que está mal quejarse porque es irrespetuoso a Dios”, dice Lindsey, de 6 años.
Quejarse a menudo caracteriza la vida egocéntrica. La vida centrada en Dios es una de satisfacción y acción de gracias en todas las circunstancias. Por favor, no confundas esta mentalidad con pasividad o ingenuidad. En medio de aceptar las circunstancias de uno como providencial, a menudo hay un descontento al querer ver que Dios en su gracia transforme todas las situaciones.
Brooke, de 11 años, nos da un ejemplo de lo extraño que puede ser quejarse: “Una vez, mi mamá y mi papá cocinaban faisanes. Me quejaba de que no me gustaban esos pájaros asquerosos. Pero luego me di cuenta de que tenía la bendición de tener incluso comida”.
Puedo comprender porque Brooke se estaría quejando del brócoli, ¿pero el faisán? Incluso en medio de la comida más suntuosa imaginable, una persona desagradecida se quejará de algo.
Quejarse simplemente molesta, dice Will, de 8años: “Te hace sonar como un bebé”.
“Si se está quejando, está perdiendo el tiempo, porque Dios siempre lo proporcionará todo”, dice Sarah, con 10. “Al igual que en Éxodo cuando los hebreos se quejaron de la comida y el agua, Dios se lo dio todo. Siempre debes pensar antes de hablar y hacer lo posible para no quejarte”.
Los miembros de la generación del Éxodo le creyeron a Dios cuando cubrieron las entradas de sus casas con la sangre del cordero. El ángel de la muerte perdonó a esos primogénitos mientras en cambio tomaba los de los egipcios.
Luego, vieron a Dios partir del Mar Rojo para rescatarlos del ejército de carros del Faraón. Pero luego, dudaron de Dios y se quejaron cuando enfrentaron la necesidad de comida y agua durante su estancia en el desierto. Estos quejosos crónicos vagaron por el desierto durante 40 años en lugar de entrar rápidamente a la Tierra Prometida (Números 21: 5-7).
El escritor del Libro de Hebreos dice que los quejumbrosos en el desierto “se rebelaron”. Los cristianos haríamos bien al prestar atención a la advertencia de creer en Dios y descansar en sus promesas: “Guardaos, hermanos, para que ninguno de vosotros tenga corazón de incredulidad al apartarse del Dios viviente, sino exhórtense cada día”, Hebreos 3: 12-13.
A menudo somos los más vulnerables a la derrota después de una gran victoria. Sobrevivimos a la carga del elefante, pero caemos al ataque del mosquito. Quejarse es generalmente un signo de incredulidad. Comienza a creer a Dios y agradece su provisión.
El antídoto para quejarse es desarrollar una actitud de gratitud. La Biblia dice: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús para vosotros”, 1ra Tesalonicenses 5:18.
Si quieres hacer la voluntad de Dios, comienza dando gracias en todas las situaciones. Si desarrollas una mentalidad de gratitud, tu visión de la vida cambiará drásticamente.
Medita: Estar agradecido a Dios en todas las circunstancias no significa que cada situación en la vida es buena. Los cristianos debemos recordar en todo momento que el mayor ejemplo de injusticia y mal es la crucifixión del Señor Jesús. Dios convirtió la mayor injusticia jamás sufrida en salvación para todos los que creen en su Hijo.
Memoriza: 1ra Tesalonicenses 5:18.
Pregúntate: En lugar de quejarte, ¿puedes agradecer a Dios por sus circunstancias?
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